4.11.10

De Sevilla a Alemania

En Sevilla, como digo, estuve una tarde. Esperábamos para coger un avión. Yo lo intuía, imaginaba qe algo importante iba a suceder, pues esta chica no se comportaba como habitualmente, estaba nerviosa, pero no asustada; contenta, tanto, qe no era capaz de mostrar pena al separarse de su hermana.
Apartando la nostalgia a un lado, fuimos al aeropuerto, donde debíamos encontrarnos con los demás traductores cordobeses para irnos todos juntos, volábamos con Ryanair, y todo fue a la perfección. El avión despegó sus alas, surcó los cielos europeos y llegó -a tiempo- a Weeze. Es lo qe tienen las compañías baratas, qe no siempre llegan a donde uno cree. Así qe de Weeze, cogimos un extraño bus-furgoneta qe nos llevó hasta Duisburg. (Es posible qe Duisburg os suene debido a qe ahí se celebró la última y fatídica edición del LoveParade) Yo no estaba muy asustada, a pesar de qe era de noche, mi joven amiga me transmitía esa tranqilidad qe la caracteriza, confianza plena en la bondad humana. Esperamos varias horas en aqella estación de tren, y nos dirigimos, finalmente hasta mi actual ciudad de residencia: Münster. En Münster, pasamos un rato largo en la estación. De ahí he aprendido varias cosas:
-En Alemania se trabaja mucho. Desde muy temprano.
-Los lacitos qe salían en los Simpsons, se llaman Bretzel y los hay de mil clases.
-El café en Alemania se pone al gusto de la madre de esta chica, pues las primeras veces qe lo tomó siempre decía qe su madre se pondría contenta cuando fuera, ya qe le gusta el café hirviendo.
-La Polizei es comprensiva, nos dejaron yacer en la estación -yo no hacía nada, pero los qe me han traído hasta aqí dormitaban y ocupaban un espacio excesivo con sus miles de maletas.-


Y luego llegué a mi actual hogar, mi nueva habitación. Es bastante amplia, ancha, con un enorme ventanal qe me deja ver los cambios de las estaciones en los árboles (véase foto de perfil) y una grúa qe se pasa el día girando.

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