¡Ay mis pastores! Cuánto me ha costado empezar esta entrada. La excusa es qe no me gusta sentirme atada a nada internético, o qizá qe soy vaga, elegid la qe prefirais. Pero bueno, vayamos al meollo -qé palabra tan bonita, eh- mi último viaje fue a Berlín. Utilizo "fue" en lugar de "ha sido" porqe desde mi perspectiva ya lo siento lejos (estoy aprendiendo algo en clases de gramática española 1). Bueno, pues eso, el fin de semana del 19 de noviembre me llevaron los de la "organización" (si es qe pueden merecer ese nombre) a Berlín.
He qedado enamorada de la ciudad. Es perfecta. Una oveja como yo qe adora lo raro, lo diferente, lo único, la historia, la historia del arte, la simplicidad de la belleza y qe cree qe lo único bueno qe ha hecho el hombre para con el mundo es el Arte, no puede sino maraVillarse con mi actual capital.
El viaje nos llevó 6 horas, creo, en un bus lleno de Erasmus y de alguna qe otra botella de alcohol para los más integrados en el país de la cerveza. El autobusero (adoran qe les llamen así) creo qe también llevaba algunas copas en el cuerpo, porqe esa manera de conducir no es normal, pero finalmente llegamos. Nos dejaron en el Tiergarden, el parqe más grande qe ésta ha visto (sí, puedo volver a acentuar "ésta"), qe era el lugar al qe iba a cazar alguien qe se creía importante.
Andando un poco, llegamos a la Puerta de Brandeburgo (llevo toda la vida diciendolo con dos enes pero se ve qe en español solo lleva la primera) qe como ya habréis oído en más de una ocasión es más peqeña de lo qe uno cree.
Después nos llevaron al hostal, en el qe nos llevamos una buena sorpresa...nuestras amadas, añoradas y necesarias PERSIANAS estaban allí esperándonos :)
Fuimos al centro en metro, suerte qe teníamos a nuestra madrileña Érika Piña para ayudarnos e informarnos sobre las ventajas del metro (y la obvia superioridad del metro de Madrid). Eso sí, pagamos una vez y no volvimos a hacerlo, luego nos enteramos de qe ese fin de semana sólo hacía falta pagar un billete (somos honestos hasta sin qererlo). Fuimos a Alexanderplatz y dimos una peqeña vuelta por el lugar en busca de alguna cervecería, más tarde nos enteramos qe en el barrio en el qe nos hospedábamos había buenas cervecerías y por tanto dimos media vuelta a casa. Aprovechamos el paseo para ver la zona del Ayuntamiento Rojo y alrededores.
El día siguiente fue intenso, duchas sin cortinas en el hostal, tour en alemán a pesar de haber pedido expresamente qe fuera en inglés, paseos y lugares emblemáticos. Entiendo por lugares emblemático la línea en el suelo de la ciudad por la qe iba el Muro, el monumento del Holocausto, la Isla de los Museos, el Tacheles, la Catedral o la Sinagoga y NO el hotel desde el qe Michael Jackson enseñó al chiqillo por el balcón o el centro comercial más grande de Europa; insulta mi inteligencia tan sólo qe lo nombren en el tour.
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Tacheles, hogar de artistas. |
Después de un día andando por mil y un sitios, fuimos de noche al Reichstag o Parlamento -idea poco acertada ya qe las vistas son buenísimas, pero con esto del anochecer a las 5 de la tarde no había otra- y a la noche de fiesta berlinesa.
No había qién nos levantara el domingo para abandonar el hostal...mucha fiesta para el ganado. Pero fui al museo de la historia de Berlín, un poco mal organizado al principio, pero luego se llega la parte más actual qe siempre será necesaria recordarla. La visita incluía la entrada a un búnker qe se construyó en la Guerra Fría, bastante fuerte. Comida rápida "Chinese Box" y vuelta a Münster.
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Línea del Muro, a la altura del Checkpoint Charlie. |
Probablemente me deje algo en el tintero. Sé qe en la visita me lo dejé, es por ello qe anuncio publicamente qe me iré a vivir a Berlín con mi loca compañera no dentro de mucho. A pesar de qe vuelva, no podré recuperar ya nunca más la libreta qe iba conmigo, esa qe fue comprada en el museo Reina Sofía...siempre hay qe dejar algo en el camino.